aristú después del desayuno ii


El profesor M. habla sobre las aporías, algunos sonríen cuando traduce aporía como ‘estar-en-un-callejón-sin-salida’. No entiendo sus risas, a mí me parece algo triste que aporía signifique eso, a mí me suena a una pequeña verdura dulce.
Algunos de estos sujetos que me rodean leen muchos libros, y tienen bibliotecas personales nutridas. Supongo que en este grupo existen quienes han entendido algo del murmullo y a la larga lo incorporarán a su discurso. Sin embargo ¿quién quiere escuchar lo que dicen? Al menos yo, no. Hace mucho tiempo que he dejado de asistir –a menos que me vea obligado por amistad o conveniencia, ambas por lo general– a conferencias, simposios, mesas redondas, talleres, círculos, exposiciones, conversatorios, clases magistrales, y un coludo etcétera. Yo siento que en todas ellas los expositores hablan como los padres de Charlie Brown ¿recuerdan a los padres de Charlie Brown? Hablaban así: BUYYTUYHJLJO BOBNOBBOYBNPO. Pese a mis denuestos (aparentes, sólo aparentes) me caen bien los intelectuales, un poco como figuritas coleccionables e intercambiables, tú sabes: ¡que bárbaro este Derrida! ¡Es una fiera este Nietzsche! ¡Wittgenstein es un loco genial! Así sí pueden entrar en la estantería de cualquier librería, bien desinfectados.

Comentarios

Tomamientras dijo…
En años he leido solo algunos libros que me dijeron (o me pareció)eran los escenciales, leo lento, con algo de pereza. Por eso estoy lejos de creerme un abanderado de la cultura, pero sé distiguir una cancion buena de una mala, una OBRA DE ARTE con una pintura mediocre de un alumno de la Católica o Bellas Artes, etc etc. Y el buen gusto es algo que muchos prolíficos intelectuales no tienen.
Anónimo dijo…
el buen gusto significa riesgo y eso es algo que muchos no quieren asumir. prefieren encontrar todo masticado y digerido para lamerlo y creer que siempre eligen lo mejor. (me pongo gástrico en estos casos, caray)

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