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Mostrando las entradas de noviembre, 2005

ella y el minotauro

le duele el cuerpo cuando golpea con el puño en el vacío luego viene una mezcla de goce y cansancio/ orgasmitos programados y sudor repetido/ en estos días de placeres solitarios ahuyenta esas manos de su cintura y engaña sus labios mordiendo manzanas se siente tan pobre de ojos de abrazos que busca los añicos que le trazaron laberintos a babor a estribor el pecho, la espalda olvidando en su centro al monstruo que sobrevive en la espera de un hombre joven y hermoso que justifique el encierro

Soles en negro.

Sol surgido de lo oscuro, luz cohartada, caudales en aguas profundas, fulgor renaciente de ave, remontadas alas, sueños, ojos en palabras del silencio. Soles solos aparecen, es atardecer en una tierra, amanece en otra. Y los soles diferentes, son uno, una sola luz inundando sombras a traves de distancias inexistentes.

Los Jorobaditos

esta espalda en que cargo la espera el amor los días la anestesia el hijo los caminos la sed el terror los lunares la miel el ardor los soles las historias que en esta espalda cargo las vértebras de dudas que me tienen erguida aunque tome mis piernas y esconda mi rostro y arrastre por el suelo toda esta tibia suerte camino una ciudad que escupe en el asfalto camellos similares cuando los miro me encuentro con pedacitos de hombre

Mar II

Enramado en las crestas, el ojo del sol susurra sonidos blancos. Y en la línea lejana diviso un nombre nadando en ondas furiosas, al principio lejanas, llegando suaves a acariciar mis pies sedientos. Tirita el alma con su roce, y entonces tu brazo invisible me atrapa, dedos salados peinan mi pelo. Exhalas aliento en mis oídos, tu llanto salpica mi boca. Beso que siento, y respiro. Otra vez. Te beso y respiro mientras me sumerjo en tu pecho.

Luna Errante

Aquella hondonada traslucida en brillos tornó en presencias extrañas mi deseo, el tuyo. Cuando las luces encendieron el abismo aquellas manos obtuvieron las mías, y me sostuvieron por un rato. Cuánto más las transparentes alas de luz sostendrán este corazón mío?. Tus pupilas dilatadas, tu rostro mudo, callado, y la sustancia de los silencios, como siempre, gritando en mi alma. Quizás los colores de la luna se fueron tras aquella mañana errante en que decidimos ser uno. Ciertamente aquella que fui, aquel que eras se fue errante con la luna ese día... Atrapando el haz de luz atrapé mi condena iluminada por amor. Hondonada pura en donde cae el alma. Y tu alma? Vagará errante como la luna de aquella mañana... Y en tu mirada el sol. Y en tu voz esa distancia del que escucha los silencios en mi voz. Luz en aquel banco de plaza del que no queríamos partir, y sin embargo partimos. Paradoja de un destino errante tras aquella luna que en abril se perdió, perdiéndose dentro del mar de mi ir