Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2005

El reino de los juegos

el juego en que andamos nos deja de cabeza si saltamos la soga nos raspa las rodillas si ansiamos llegar nos enreda el pelo al danzar en el desierto obliga a compartir escondite y mata de hipotermia si nos acercamos demasiado nos sobran chichones, raspaduras y estalactitas nos sobran/ y sin embargo siempre cabe uno más entretanto repetimos nuestro rezo: dichosos los abollados porque de ellos es el reino de los juegos

Pequeñas puertas

Cae la noche en los suburbios, el regazo de los árboles cobija pájaros azules en lo profundo, hojas anidadas en la memoria de tu esquina. Levantaran vuelo al atardecer? Ya no amanece en esta calle, la penumbra oculta huellas lejanas se confunden con el crujir de hojas pálidas como en la boca de un lobo el aliento sin saber de dónde camino a tientas, la piel se puebla de ojos. Las hojas o mis manos tiemblan blancas en el viento de una estepa de edificios viejos y callejones con pequeñas puertas, Mentiras. Los muros son mas altos que mis piernas la puerta más pequeña que mi miedo qué esperar? mientras los pájaros duermen despierto en cascarones de pared derruida siento los dedos del que trepa, siento el respirar de bocas extrañas en tu boca cerrada como la pequeña puerta esquina de hojas meciendo nidos. Gritan bajo mis pies ladrillos, es tan alta la estatura! Los pájaros son cielos que anidan en árboles, muros en la piel arrugada del alma, es esta cáscara que me aisla, enmudece, sube y

Desde el bosque

Desde el bosque de alerces escribo murmullos de hojas enramadas en harenes de frutos, Cascadas de días sobre el cuerpo del arroyo, que no se detiene y sigue brillando en su cauce. Reencontrarse con la noche de luna, extendida en porcelanas, sumariada por los ojos extintos de un tiempo que yace tendido en lechos de arroz. Desde allí, intensos sabores, húmedos... surcan labios de fuego, horizonte de sol abrazado al pecho de la tierra, entre niebla plateada define su adiós en rotaciones casi imperceptibles, luz de nube. Y así te alejas dejando un camino de pequeñas estrellas flotando, rodean imaginarios pilares, cosquillas sobre el alma que ha mordido la lengua del atardecer. Cobija mi memoria la sonrisa de esta luna, escribo en frutos, intensos sabores húmedos cerrando los ojos al sueño, dueño de mi luna, de mi noche, del deseo junto al bosque de alerces mecidos entre aireados diamantes tras la estela de dulce aroma que dejas... cuando te marchas, dulce despedida destinada al encu

Continuo

Viajando a alguna parte/ lejos de aquí se llevan tu cuerpo los fantasmas que lo pueblan me miran/ escondidos en tus ojos uñas /dientes indagan en mis deseos y buscan habitar estos dedos/ que buscan/ escribir sobre vos/ ¿que buscás mis dedosojosdeseoscuerpo/ dónde?

Lugares

Corro por el paisaje que los árboles tornan oscuro parece que el tiempo se detuviera en la sombra y mis pasos son inútiles la esquina se aleja... ¿y si, al costado de la calle, sólo quedaran astillas de mis huesos como indicios de la ausencia de tu cuerpo que otro tiempo deshizo en polvo? ¿y si buscarte sólo fuera torpe oficio, en que del pasado no se aprende como no sea con viscerales heridas? ¿y si encontrarte fuera aquí? ¿si vos fueras en este instante donde te pienso y -donde- sin merecerlo, me retiene el tiempo en esta sombra? ¿cómo decir amor, y negar que en la profundidad de tu abrazo sería imposible volver a aquella esquina? Pero en tu nombre, en el lugar donde decís tu nombre instalás el cuerpo ajeno, el tiempo que me es vedado por los fantasmas que vigilan /tibios, miedosos/ la realidad

si bajo la escalera...

Imagen
Debo volver a casa y desarrollar un cuestionario sobre un tal Pomponazzi, un renacentista con un apellido indeseable. Polemizó con Pico de la Mirándola y con Marsilio Ficino. Su debate, sin duda, les habrá parecido excitante y en cada respuesta fingieron enojo –bastante pertinente en un debate renacentista–: ¡ah este Pico que bribón agudo! ¡Pomponazzi, por Júpiter, me volverás loco con esta argumentación desmañada! ¡Dije Cábala, no cubala mantuano estúpido! después harían el amor con más ganas y con una pizca de perversidad. Tengo que resolver un cuestionario sobre ciertas frases que Pomponazzi dedicó a la platea, me tiene sin cuidado. Lo mismo haría este trabajo que una monografía sobre muebles empotrados o crianza de caracoles. Esta clase no da para más, sólo quedan algunos minutos, y después un cuarto de hora en carro hacia un almuerzo caliente como un beso.

aristú después del desayuno ii

Imagen
El profesor M. habla sobre las aporías, algunos sonríen cuando traduce aporía como ‘estar-en-un-callejón-sin-salida’. No entiendo sus risas, a mí me parece algo triste que aporía signifique eso, a mí me suena a una pequeña verdura dulce. Algunos de estos sujetos que me rodean leen muchos libros, y tienen bibliotecas personales nutridas. Supongo que en este grupo existen quienes han entendido algo del murmullo y a la larga lo incorporarán a su discurso. Sin embargo ¿quién quiere escuchar lo que dicen? Al menos yo, no. Hace mucho tiempo que he dejado de asistir –a menos que me vea obligado por amistad o conveniencia, ambas por lo general– a conferencias, simposios, mesas redondas, talleres, círculos, exposiciones, conversatorios, clases magistrales, y un coludo etcétera. Yo siento que en todas ellas los expositores hablan como los padres de Charlie Brown ¿recuerdan a los padres de Charlie Brown? Hablaban así: BUYYTUYHJLJO BOBNOBBOYBNPO. Pese a mis denuestos (aparentes, sólo aparentes) m

aristú después del desayuno

Imagen
Creo que son las 10 y algo de la mañana, se supone que estoy dando un examen sobre Aristóteles y yo no recuerdo nada. Prefiero escribir sobre lo se me antoje, así lo había decidido antes de saber que hoy me tomaban un examen. Como es un examen de recuperación sólo fingimos estar atareados en él, un pequeño grupo, el resto escucha con atención (o finge también) una de las exposiciones programadas. Ahora habla un tipo joven, pelo largo y sucio, tiene tres collares concéntricos en el cuello, el más grande con púas y se pregunta sobre las aporías expuestas por Aristóteles en el libro III de la Metafísica. Parece tener la intención de elevar la voz para ser distinto al expositor que lo precedió –uno que producía pena oírlo balbucear en su lucha por hacerse escuchar por encima de una cortadora de césped que se ocupaba de una labor útil en el jardín de la facultad de electrónica–. Alguna vez cuando llegamos al inevitable tema del sentido de la filosofía, el urgente por qué de estar nadando en

¿por qué tantas palabras?

Ciprés enclavado en la altura, tu fortaleza suave ciñe el viento cuando la tormenta en llamas arrecia tu tronco fraguado torna en figuras del tiempo protectoras al infierno tan temido por tus ramas. Tan elevada es tu estatura, mis brazos no alcanzan tu rodeo, los pies se deslizan, resbalan tierra y polvo, musgo y liquen, en caída hasta tu pedestal rabioso en raíces cincelado. Y allí quedo hospedada, de barro mi cuerpo tullido, enroscado en un puente roto que ruborizado escapa de tu sombra. Ciprés... tus hojas, relojes del aire, crepitan sagradas un canto. Mis dedos no llegan a la rugosa piel de savia, no te tocan, no señalan... Árbol de cima en nubes, no te alcanza mi corazón de agua.

novela corta - cap. IV - me perdí

Imagen
Jugando a la máquina del tiempo pensaste caminando en la cima de la huaca de San Marcos que Lima es como un mar de luces y pedías el vino de tres soles que compramos con el resto de tipos que hablaban a mí alrededor y se regalaban empujones risitas cínicas porque a dos de ellos 10 minutos antes Sandra se las había chupado en el jardín de letras recuerda casi al mismo tiempo yo estaba seguro de haber escuchado esas historias antes pero todo era tan igual pensaste si al final se ve a Lima como un charco de luces. Bajamos de la huaca encontrando huesos que recogíamos y tirábamos nuevamente -un cráneo no hay un cráneo eso seria un premio hamlecito control de lectura cráneo en ser y no ser siendo pensaste- clavé una cuchara de plástico en la tierra y dije muy alto: a ver si esto lo pueden incluir en el corpus de alguna de sus teorías del intermedio temprano: risas a granel como el arroz los fideos o el azúcar, bajamos corriendo y Las Silbadoras se marearon. Un guardián grito algo que ser pe

no me gustan los bustos

Imagen
A veces aparece caminando torpemente uno de esos poetas vagabundos, seres desdichados y sin patria. Sólo harapos y apetitos carnales mal disimulados. Se sientan en medio de la plaza y cuentan entonces atropelladamente la leyenda del sur con el rostro iluminado. Al sur, afirman, mucho más al sur del desierto en que Dios dibujo con su dedo, aun más lejos que la tierra de los gigantes imberbes, al sur del gran lago salado que nace en medio de las nubes. Al final del desierto existe una mujer que vive en el reflejo de las superficies brillantes. Los que la han visto, afirman los poetas, jamás han vuelto a continuar su viaje. Se dedicaron a vagar entre los bosques y bajar al mar a reír de manera ausente y bulliciosa mientras se dejaban salpicar por la espuma de las olas. Los que la han visto y han escuchado su voz perdieron la esencia del tiempo, son ahora figuras que contemplan maravillados y absortos días y noches cualquier hoja seca o algunos granos de ar

novela corta - cap. III - The Nazi Past

Imagen
– ¿Por qué Camilo? –dijo mientras levantaba y dejaba caer unos dados. –Sí, ¿por qué? –dijo ella – pero deja esos dados, me parecería demasiado teatral tu respuesta –dijo ella mientras se reían y besaban con un entusiasmo demasiado conciente. –Me pusieron Camilo por Camilo Torres ¿has escuchado de él? –preguntó distraídamente, botó los dados a la cama y no se preocupó de ver el resultado. –No –dijo alegre –Pero seguro que tú me contarás ¿no?– suspiró –Camilo Torres fue un cura colombiano –dijo y se quedó mirando el techo un largo rato–. Un buen chico, un intelectual que un día se le ocurrió la triste idea de caminar fuera del seminario y encontró un enfermo un viejo y un muerto, aunque no necesariamente en esa sucesión o en ese número, Colombia es un país sin orden. A diferencia del buen Gautama, Camilo le atribuyó la culpa a los poderosos y como era intelectual no se conformó con eso y se volvió marxista para sentir que, pese a tener miedo a la acción, podía cambiar el mundo. –Un cura

novela corta - cap. II - los últimos dioses

Imagen
La escuadra se desplegó en abanico -desde la quebrada hasta el abismo que estaba al norte del cerro- ascendió con decisión cien metros hasta que abrimos fuego y le dimos a un policía gordo cuando trataba de refugiarse tras una roca, resbaló un par de metros con la cabeza y la cara abierta por el impacto, dejo su cerebro esparcido en su corto recorrido. El oficial ordenó que se cubrieran. Corrimos bordeando el abismo hasta un farallón donde nos cubrimos nuevamente y nos dispusimos a resistir, pero los policías recogieron a su muerto y se retiraron. Caminamos tres horas hasta la aldea y esperamos la llegada del enlace. –¿Eso es todo? –dijo Laura con decepción. –sí, eso es todo lo que dice en este mensaje –colocó el papel sobre el altar– nada más, una historia típica. –y es de Nepal –observó sus manos y las encontró demasiado pálidas– ¿qué idioma hablan en Nepal? –nepalí supongo –¿y quién tradujo eso? –se percato que estaba descalza y le dolía la cabeza– pero mejor me lo cuentas mañana ¿

dialéctica

Imagen
El tiempo que ha transcurrido de este día me recuerda la mecánica armoniosa de los columpios con que jugaba. Tomaba impulso estirando las piernas hasta apoyarme en la punta de los pies, hasta sentir dolor en las pantorrillas y me dejaba caer, sin tocar el suelo. Subía y bajaba cada vez más veloz impulsado por el movimiento de mi cadera y de mis piernas. Al final, podía subir tanto que veía el cielo frente a mi rostro, luego descendía con cosquillas en el estómago. Resultado final: el vértigo se detenía dejando que mis piernas se arrastrarán en la arena como un ancla llena de algas. Otra vez frente a una práctica calificada acerca de Aristóteles, esta vez debo escribir sobre uno de sus libros de lógica, quizá el más amable. Es una mañana gris, propicia para la metafísica. Días como estos se pueden observar con poca atención. Sin pasión. La filosofía no se comporta como una intrusa esta mañana. En el invierno del año 2003, el gobierno declaró el estado de emergencia en diferentes ciudade

al fin la tristeza

al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas (lo susurró Martirio y lo escribió Tejada Gómez-creo) el sabor a lúcuma entre edificios viejos amarillentos/ el café que nunca tomamos/ el temblor de los cuerpos después de haber fumado/ las magdalenas de chocolate enmigándolo todo: los libros, los discos/ en tu sitio detenidas esperando ser devoradas / demorémonos en la lentitud de la arena en los sabores sobre la lengua virgen en las piernas exhaustas por la altura lejos nos espera el tiempo que engulle lo que encuentra y escupe los restos de cosas queridas

Rapunzel o cómo subsistir en el exilio

Imagen
que es piedra su torre toda que la única ventana da al poniente que cuando ella mira da al abismo que sus ojos caminan las sombras que en su piel no anidó la lluvia que sintió la noche en la paz de sus cabellos cuando el sol se escondía: siempre en esa línea Rapunzel lo sabe. Esa línea siempre. Como un sobreviviente que le oculta su patria que le sopla su lengua/ Así estos muros donde los hongos crecen como el recuerdo

el mar de arena

El Mar de arena se traga mis ojos soy feliz El brillo de la espada me acompañará hasta la muerte

Naturaleza muerta

la filosofía inunda esa sala sus vidrios dan al patio huyen mujeres de la represión se agitan hombres en la discusión citan el latín y el griego las voces de ellas gritan la lengua materna de golpe una cara contra el vidrio balbucea algo que desde adentro no se oye alguien en la sala reparó en ese rostro /empapado de miedo/ nadie los evade del juego eterno para el que se sienten elegidos alguien la mira a los ojos siente su pánico deja de pensar en aristu siente que la vida esta en otra parte deja su lugar y sale de la sala

Muñecas

nunca me senté en la vereda con el vestido almidonado no dije alelí, gracias, perdona nunca recibí rosas para mi cumpleaños me gusta comer las papas fritas con la mano y lamer la cuchara del dulce/ las mejillas rosadas, los ojos brillantes la sonrisa a tiempo me han sido vedadas. Por eso guardo muñecas que me muestran la candidez inalcanzable.

Primavera

esa flor caerá no hay sol solo amarillo para demorar la muerte

roberto bolaño

Imagen
La violencia es como la poesía no se corrige No puedes cambiar el viaje de una navaja ni la imagen del atardecer imperfecto para siempre Entre estos árboles que he inventado y que no son árboles estoy yo

te regalaré un abismo

Imagen
te regalare un abismo, dijo ella, pero de tan sutil manera que sólo percibirás cuando hayan pasado muchos años y estés lejos de México y de mí. cuando más lo necesites lo descubrirás, y ese no será el final feliz, pero sí un instante de vacío y de felicidad. Y tal vez entonces te acuerdes de mí,aunque no mucho. Roberto Bolaño

Lola Paniagua

Imagen
contra ti he intentado irme alejarme la clausura requería velocidad pero finalmente eras tú la que abría la puerta Estabas en cualquier cosa que pudiera caminar llorar caerse al pozo y desde la claridad me preguntabas por mi salud Estoy mal Lola casi no sueño Roberto Bolaño

¿y si fuese Antoine de Saint Exupery y dos messerschmitt me hubiesen cocido la cola a balazos?

Imagen
¿donde debería morir? si saco el mapa de la bota, sólo encontraría nombres y líneas pero no donde voy, quizá mas abajo tal vez más quizá aquí, no importa las columnas de humo y el brillo del incendio se pueden ver muy lejos en una noche clara

sin comentarios

Imagen
a veces escribimos para muchos y somos leídos por pocos a veces escribimos para pocos y somos leídos por alguno a veces escribimos para nosotros y no nos leemos. adiós a los comentarios
Guiomar Hoy el desconcierto me recorre como a otras cosas la gota que veo bajar por el pico de esa pava y a su paso va dejando la marca de una presencia/ el desconcierto no es la tristeza la música ya no se oye ¿cómo sabré del silencio imperceptible sin el concierto/ de su voz destellando entre las notas? Mi cuerpo espera ambulando en la levedad de la casa/ el amor es un cadáver con los ojos abiertos nadie se le acerca por temor a que despierte ¿cuántas veces en la tormenta tu voz pragmática abrió la noche como el relámpago? recuerdo que de niña decía rejusilo /decía está rejusilando/ y todos reían yo no con los ojos fijos buscaba en la oscuridad tu palabra hoy es noche cerrada y hace meses no deja de ser hoy esperaré la voz/ la tuya esperaré que caiga sobre el ánima quebrando la inercia, la quietud sacudiendo de su sopor esta niebla que me ciñe el cuerpo.
Lola duerme El mundo se desvanece Lola sueña con la persistencia de la garúa y tira las sábanas al piso porque el sol (su pérfido enemigo) la ha retado. Ella vuelve a soñar, con desdén lo deja brillar. ¿Es lo único que puedes hacer? le pregunta Lola y Sol se convierte en un folleto de propaganda turística. Lola lo arranca de la pared, ríe y con su risa otras estrellas nacen, mueren y sus supernovas y sus agujeros negros le recuerdan la Navidad; a Lola la navidad le parece naranja, ríe otra vez y destruye la Navidad para siempre. La curia vaticana se mete en el sueño de Lola y le presenta un reclamo onírico-diplomático, Lola los mira asqueada; convierte al Papa en un perrito en monociclo y a sus cardenales en gordas y rojas señoras que dicen ¡OHHHHH! Mientras agitan sus abanicos cuando el perrito parece perder el equilibrio. Lola sueña y se desvanece. Lola no quiere despertar, y mira al mundo con angustiada levedad. Danilo escribe y Lola lo rodea: Danilo sabe que va a reír y reír. Y por