El inicio de una pequeña novela de personajes poblados de ingenuidad y concupiscencia

– algo más fuerte
– ¡Hijo de puta, conchatumadre!
– No grites tanto no va por ahí ahora inténtalo de nuevo
– Tu vieja es una puta asquerosa lameculos
– No entiendo la concordancia con el lameculos pero inténtalo sonriendo, y no hables tanto de su madre manifiesta cierta torpeza.
– Eres un asqueroso enano culeado soplapollas
– la inclusión del soplapollas me parece muy artificial y hasta snob
– ¿y si lo intento con algo de gesticulación?
– por lo visto no has entendido nada, lo esencial es sonreír ligeramente no alzar la voz y mantener el cuerpo relajado. Piensa en un arco en tensión.
– ¿Cómo es un arco en tensión?
– dijiste enano, eso a veces sirve, pero en otras ocasiones no tiene mucha importancia, pierdes vigor aludiendo al cuerpo, su efecto es demasiado fugaz. En ocasiones termina siendo un elogio.
– ¡Te violaron con un palo de escoba cientos de leprosos y a tu familia y todos se comieron sus bolas de mierda!
Demasiada fantasía, tiene cierto sabor épico, y eso parece el inicio de un relato, crearías demasiada expectativa.
– ¿qué mierda diré entonces?
– Concéntrate en cada palabra no las desperdicies, ahora por ejemplo dijiste mierda con hastío, eso esta bien. Indica sensibilidad y sentido del absurdo, dejas intuir con sutileza tu inteligencia.
– mierda
– Nada mal pero manifestaste demasiada reflexión y eso sería mostrarte casi desnudo e indefenso.
– ¿y si me quedo callado?
– Creo que ya estas cansado estamos aquí casi 4 horas mañana lo intentaremos de nuevo recuerda que solo faltan 3 días
– no lo olvido nunca y eso me tiene cagado.
En fin no desperdicies tu fuerza ahora, camina un poco y luego duerme.
– ok.

Comentarios

Anónimo dijo…
se asemeja terriblemente a mis citas con el psiquiatra, solo que los insultos son mas bien caretas que asumo con gracia y desgracia, ambas pueden ser instituciones sin cobro de igv.paz.
Anónimo dijo…
marx?
algo asi, no?
no seeeee

Entradas más populares de este blog

un regalo para mis amigos

Amareto

contra las violentas certezas