El baile de Duns Escoto

No sabemos donde nació Duns Escoto, esto no quiere decir que haya sido un bastardo, algunos afirman que era irlandés. De algo estamos seguros: murió, y en un alarde de precisión diremos que lo hizo el 8 de noviembre de 1308.
Duns Escoto escribió comentarios, algo que no lo hace muy distinto del resto de nosotros. En ellos explicaba, dibujaba y desdibujaba conceptos antiguos como la materia y el individuo, y fue derivando en extensas peroratas justificadas (como todo pensamiento filosófico que se precie) por el uso asiduo del latín.
Unos años antes que él, Santo Tomás ya había hablado a más no poder sobre dios… ¿Cuánto más Tomás? –se dice que replicaban sus contemporáneos. Pero Duns Escoto vino con su macana de las distinctio formalis y la cosa se puso tan complicada como cortarse las uñas de los pies con los brazos atados, o como querer morderse el codo sin amputarse el brazo.
A ella no le gustaban mis dichos criollos, menos el latín y la materia. Podría decirse que compartíamos solo una preocupación filosófica: la cosa. En mi caso, la cosa podía analizarse desde distintas perspectivas según siguieras a Platón o a Deleuze, y esto daría para largas, complejas y confusas discusiones en alguno de los bares de San Marcos. Sin embargo para ella la cosa era algo cotidiano, y abusaba en decir “¿este coso qué se cree?”, o “me da cosa”.
Ella -con algo de insolencia- había protestado por mi dedicación extrema a un personaje tan casto y oscuro.
Tuve que explicarle qué había dicho en la exposición. No estaba seguro. Pero fue poesía, aunque muy mala. Yo abría la boca y salían las palabras: algunas bien, otras no tanto. Pero, insistí hasta el hartazgo: la lectura del buen Escoto lo único que impregnó en mi alma fue incertidumbre y desazón.
Taedium.
Al inicio de mi exposición, circunspecto, advertí a mis compañeros: tened cautela, el individuo para Duns Escoto no es el individuo, es el principio de individuación, no vengan luego a vindicar al buen Joan como el precursor de una nueva y luminosa época. En buen cristiano: no me carguen las bolas porque de esto apenas entiendo, pero jamás permitiré que me salgan con cualquier reduccionismo libertario.
Además, según Duns, el compuesto hilemórfico no es el principio de individuación. Tampoco lo es, como creía el italiano Tomás, la materia (por muy signata que parezca). El principio de individuación es la forma, pero no es. En la forma se puede distinguir, ciertamente delgada y tenue, una diferencia, sin embargo no es una diferencia lógica ni ontológica. ¿cómo nuestro intelecto puede aprehender la forma si esta no es una unidad? Porque -gracias a papá-lindo y al buen Scoto- tenemos la haecceitas, es decir en una arriesgada traducción “la estidad” , que sin eso nos vamos al vil y espúreo silo de la nada. Heidegger hizo su tesis sobre Duns Escoto y ambos vieron que las cosas no eran simples como en las fábulas.
Dios mío –reaccioné espantado-, no pierdas ni un instante tu atención a este vil gusano que escribe líneas temerosas, o me disolveré en la nada como un globo con hueco.
Dicen que Duns Escoto estudio en Oxford, se doctoró en París y murió en la universidad de Colonia a los 34 años. Cuando ella preguntó por el irlandés, quise imaginarlo un solo día. Ver cómo los goliardos lo raptan y deambulan in tabernae, el vino alegra el corazón del sombrío, bailando in prostibula magna Lutetiae. El sudor mezclado con la grasa de su pelo, abandonado a su cuerpo como todo irlandés respetable. Las piernas de Joan tiemblan y él desfallece. Los chicos lo dejan tirado en la puerta del convento, no sin antes esquilmarle las exiguas monedas de su bolsa. Aturdido sueña con las líneas prohibidas, que supo no repetir a tiempo:
Amabo mea Lesbia/
aestimemus assis rumoresque senum severiorum/
solis occidere et redirem possum/
da mi bassia mile deinde centum
dein secunda centum/ dein multa altera mile
…en el sueño algo atraviesa la túnica y el palio…
¿en el sueño?