Allegro Con Brio

Ese fue el verano de las maravillas
de las aguas del novísimo océano
bajo la verde línea de sus aguas
soñaba el Graf Spee
con las voces portuguesas de la marinería de Magallanes
que pedían galleta y ron de madeira en su zafio lenguaje
de porteños azorados del mundo nuevo,
de la redondez de las naranjas,
del tenebroso destino de los que vagan por el mundo.
Hacia allá la antártida,
más allá del viento helado de su aliento
de la cóncava felicidad de un día de playa con el mate caliente
Hacia allá esta China,
hacia allá está Australia.
El agua, tibia, caía sobre la bombilla y la llenaba de gozo y de espuma.
Ella reía, se ponía ungüentos contra el sol en la piel
odiaba los mares fríos
los que no tenían la nobleza de igualar el calor de su corazón.
El niño corría entre las piedras y la arena
creciendo como la hierba como las dunas,
temiendo al mundo que se agitaba más que el mar,
del mundo que cambiaba como una cascada.
Nuestro arte: refugiarnos bajo una sombrilla
Mientras la tormenta de arena
reía de nuestra soledad
de nuestra conversación sobre huertos ignotos,
sobre la naturaleza de las pasiones y los pastos,
de las pirámides de arena sobre nuestros pies
La arena entre nuestros besos,
el temblor de la arena y su sabor salado.
Nuestro campo de palabras y besos se fue llenando de aves muertas,
de noticias en pequeños periódicos,
de gente que empujaba con varas los cadáveres.
Del sol que se ocultaba por muchos lugares,
paradoja peligrosa supuse
y la observe con precaución.
Con ese temor que podía ser engañoso como la melancolía.
Corrimos
Un ave aun nadaba y luchaba por no entrar en el mundo
de los hombres en sus playas llenas de vanidad y odio.
Corrimos entre las piedras y la arena,
entre los recuerdos de tardes absurdas
corrimos entre la muerte y escapando de ella
porque veíamos que alguien nadaba y no quería entregar su cuerpo
corrimos entre nuestra melancolía que nos obligaba a quedarnos
parados observando al resto de personas
entre el silenciosa tormenta que todos los días alejábamos
con nuestros besos con nuestras palabras con sabor a mate.
Bella Tú,
bello el niño
bello yo
hermosos como aves saltando sobre las charcas
entre hilos de nylon que buscaban en el mar el ansia de la muerte.
Corrimos hasta perder de vista al ave
se salvo de la torpe piedad del hombre.
Convencidos del artificio: Volvimos a la ciudad con paso alegre.
Debimos continuar la carrera hasta dejar atrás todo
convertirnos todos en aves junto al mar.

Comentarios

Princesa Dariak dijo…
Las palabras en pensamientos vuelven, encierran en un poema la escencia del sentimiento. Algo que no supimos expresar en el instante, o dijimos solo silencios.
Ese poder de nuestras manos, esa arena piramidal que se instala en los puertos, ese vaiven de olas y alas que vuelan... espuma y plumas en visiones vividas que se repiten una y otra vez en el corazòn.
Bello poema Danilo...

Entradas más populares de este blog

un regalo para mis amigos

Amareto

contra las violentas certezas