sol de otoño

fui palabra en la historia
del que espera/ el tiempo
nos borró así sin sentir
que ya no éramos como es
inútil el sol de otoño
yo palabra me perdía
nunca fui lo mejor para
estar desnudo y supo
quitar su camisa, sus adverbios/
dulcemente, sus zapatos
y ese verbo que me hacía
en su lengua/ en su mente
en el sustantivo ser
que quiso
inventar esa mujer
y era basta/ inmensa/ loca
frente a mí/ pequeña/ rota
en pedazos por su cuerpo
algo tibio/ nada eterno
pero lleno, fuerte/ fuego
que fundió su espera en lava
y hecha humo, yo palabra,
en el aire, ya no al hombre,
que en sus venas esta noche
calla/ rompe/ gime/ arde.

Comentarios

Sir Hache dijo…
Es un gran honor para mí ser el primero en comentar... Pero lo que tengo que decir se resumirá a algo muy sencillo: Las cosas buenas no tienen que ser nombradas...simplemente lo grande, lo hermoso, lo que nos toca alguna fibra de la mente y del cerebro es inexplicable...Tal como lo que tu describes o mejor dicho la situación que tu describes.

Insisto en que cuando las cosas se hacen del "alma" se reflejan.

Saludos!.
"Sol de otoño" le caería bien

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