migajas

Llámame ahora que llegué a la cima
de una montaña donde no crece nada,
donde no encontraré más que el vértigo
y un suelo inhóspito en que apoyar mi cansancio.
Ahora, que no ves los disfraces
con que bailo y hablo de yo. Ya.
Llámame. Ahora el tiempo está
despoblado de cuerpos, desaparecidos
por no saber decir. Ya
busco sanar las llagas
con esas migajas que aun puedo robarles
a ellos, ingenuos, rígidos hombres.
Ahora. En este presente
indefinidoaparenteinterminable.
Llámame, no tengo qué venderte
ni qué venderme, ya., no
espero más que tus silencios.

Comentarios

Sir Hache dijo…
Creo desear una montaña como esa… Y con una historia como esa…y porque no, con un resultado como ese.

Shhh…esperar los silencios es darle melodías a la mente y al corazón.

Saludones…
Princesa Dariak dijo…
Me he parado en la cima de un cerro, delante el mar, detrás la bahia... y el mar nunca se silencia anque haga callar los labios. Saber interpretar su idioma. Traducir el silencio de otro, que es como sonido de mar, brisa y tormenta. El silencio nunca calla... tal vez no existe mas que en el alma, cuando al partirse grita.
Llamame... cuantas veces habre repetido eso en mi vida, acostado en mi cama, con la mente lejos, implorando a ese Dios que no existe que escuche mis rezos, o intentando transmitir esta necesidad a travez de las distancias... Llamame, todo se reduce a eso, el peso de las palabras la necesidad de los silencios...
Hermoso poema

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