hombre lobo en Cusco



La neblina cubre el sueño de los ciudadanos honrados. Mañana es otro día, se dicen, es ese tipo de tautologías que son tomadas por saber entre la chusma, siento nostálgia de aquellos días en el este. Todo era magia y emanación de la tierra. Ahora, Juan incógnito o Abel expósito, hunden en almohadas sus cabezas saciadas de caspa y deseos extintos. Sonríen y esperan que el amanecer tarde mucho.
No tengo muy claros mis recuerdos, se confunden con mis anhelos y con mis temores como las entrañas de un pez. Ahora recuerdo, no sé por qué, una conferencia a la que asistí hace un par de semanas o quizá hace veinte años. La verdadera memoria desdeña la vanidad y el artificio de las fechas y los relojes. El conferencista era un profesor mulato de cuyo rostro emergían grandes manchas rosadas. No creo, pensé, que alguien con esa piel pueda caer en el engaño fácilmente. Me equivoqué.
Su discurso discurrió con brío al inicio para acabar después con un ritmo cansado y ausente, no sin algo de ingenio que le dio un sentido más triste aún. Cuando acabó, más por extinción de su voz que por conclusión de sus ideas, quedábamos sólo una mujer que supuse su esposa, dos jóvenes que no podían ser otra cosa que alumnos y yo. Me acerqué al profesor de una manera que tal vez encontró violenta y le pregunté si concebía la posibilidad de que los sentimientos fueran uno de los tristes inventos de la modernidad. Se percató que fijaba mis ojos en sus manchas rosadas.
Tenían formas extrañas esas manchas, una parecía una mariposa sin un ala; otra, cerca a la barbilla, parecía un león albino con una melena de pelos incoloros a medio crecer. Debajo de su ojo izquierdo el contorno de una de ellas me recordaba a un gitano que leía a Nietzsche en la cuneta de una carretera cerca de Barcelona. La mancha de su frente tenía , sin duda alguna, los contornos de aquel rostro que vi alejarse en la estación, mientras el bus retrocedía y yo pensaba en las distancias. El color rosado me parecía repulsivo, y fue quizá por ese motivo que mi mente no necesito alejarse demasiado para inventar lo que mis sentidos no podían ofrecerle.
Vi las formas rosadas en un rostro oscuro. El asco y el deseo se erigen sobre la misma incomprensión. El profesor terminó su respuesta, que agradecí efusivamente porque la supuse, por el tiempo que había transcurrido, enjundiosa y prolija. Salí a sentarme en plaza Bolívar, a ver entre la neblina mis recuerdos, ponerse uno encima de otro y luego barajarse como si estuviera por jugar mi primera partida de póker.

Comentarios

Princesa Dariak dijo…
Recuerdos que prolijamente guardados se rebelan cuando la humedad regurgita en la tierra desde el cielo y se derrama en los ojos. Se mezclan yuxtapuestas memorias; ahi el problema...
La niebla es tiempo continuo en un presente de confusiòn, que ya es pasado.
La brisa seca nos mostrarà la verdadera imagèn?. Cusco es tan hermosa en un dìa de Sol!
Una venia, un saludo de luz.
Leticia dijo…
la descripcion alguna vez fue estrategia que le daba a ciertas gentes la ilusión de realidad....
en cambio llega a opacar o alejar lo real hacerlo tan difuso como los recuerdos.
un buen texto para que no dejes de escribir
Manolo dijo…
Memoria = maraña, aces enredándose en un agujero de olvido, tratándo de encontrar una señal, un estimulo para salir, para señalar una respuesta, para confrontarse con la realidad. Qué mejor hueco oscuro que el interior de un pez. Un habitante del agua, sumergido en la confusión. Su interior es quizas repulsivo, para algunas percepciones, y seguramente maloliente para la generalidad de las personas. Es el lugar perfecto para lograr una metáfora de lo que sentimos, quienes confundimos el ayer con el ayer más lejano y no distinguimos la realidad de los sueños.
Anónimo dijo…
emmmmm.
hay como un hemistiquio en la soledad.
como un ciervo que grazna, impune, a los policías, antes de que éstos se lo vomiten con mucha pimienta e impiedad.
en mis tiempos domaba potros, y me quedaron las caderas como el arco del triunfo.
fue mi único triunfo.
pero ahora que leí hombre lobo en cusco
le enseñaré a leer a mi perro estelar.
besos!!!!
qué bonito que escriben che, pero bonito no con la connotación que le daba a esta palabra schopenahuer.
que conste.
azul

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