Herencia

Mamá se encargó de repartir tus cosas cuando te fuiste. A mí me tocaron los platos de porcelana, esos con ramilletes de flores pintados en el borde. Los uso para los cumpleaños o cuando viene gente a cenar. No recuerdo si los usabas o estaban guardados... 
Alguno se rompió, siempre fui un poco torpe, y muy torpe al lavar los platos. 
Mas de lo que quería hablarte, es de la pava. Sí, tu pava. Yo la reclamé junto con ese mate de barro que no sirve más que para guardar tornillos y alfileres. 
Los pedí como una forma de ganarle al olvido, de saber que la muerte no podría llevarse el ritual que nos hacía palabra. Vos mantenías la yerba intacta. Entonces, el tiempo se deshacía, se esponjaba y era una nube indefinida e infinita.
A veces, se me pone blanca la memoria, como si se llenara de un sarro que se adhiere y corroe sin piedad.

Comentarios

Jorge Curinao dijo…
Qué hermoso poder acompañar este día ventoso con tus textos. Qué lindo es leerte.

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