Amareto
La fruta espera en una mesa/ sola
a quien la encuentre y ser
devorada o palpada con dedos
que temen la incertidumbre
oculta tras la cáscara
Nadie quiere sentarse en esta mesa
¡seguirá tan sola como lupanar después del alba!
Manzanas salpican de rojo y estallan
en el mantel que cubre la suavidad
de un cuerpo endurecido donde habita
la soledad de frutas que sólo tu boca hizo posible/
y no los buitres
que buscan restos bajo el techo
invitados a una mesa hecha de ausencias
Ni el cenicero que colmaste con excusas grises,
ni las blancas servilletas con huellas
de furia en tus labios,
verán el carozo, la semilla,
que cava hondo
bajo la jugosa, dulce carne
en cuyo centro anida el misterio
a quien la encuentre y ser
devorada o palpada con dedos
que temen la incertidumbre
oculta tras la cáscara
Nadie quiere sentarse en esta mesa
¡seguirá tan sola como lupanar después del alba!
Manzanas salpican de rojo y estallan
en el mantel que cubre la suavidad
de un cuerpo endurecido donde habita
la soledad de frutas que sólo tu boca hizo posible/
y no los buitres
que buscan restos bajo el techo
invitados a una mesa hecha de ausencias
Ni el cenicero que colmaste con excusas grises,
ni las blancas servilletas con huellas
de furia en tus labios,
verán el carozo, la semilla,
que cava hondo
bajo la jugosa, dulce carne
en cuyo centro anida el misterio
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