sin nombre

Un hombre elegido para ser salvado/
huye de la ciudad que devoran las perras
o el alcohol los perversos el calor los cuerpos
de la mano va una mujer/ la suya
sin nombre y para qué
todo su ser en el ser de alguien/
de ese hombre que la obliga a no mirar
y hacer a un lado el pasado, el tiempo en que los pies
se dejaban –arremolinados- acariciar por sábanas
de otras, de otros,
se demoraban en cuartos tan ajenos
como esa mano que la arrastra al olvido.

No entiende el por qué de tanto andarle huyendo al deseo
¿y hacia dónde?...
Irse a dormir cada noche luego de la cena
a una cama donde dará siempre con el cuerpo,
y los miedos del que cree salvarse
y la culpa que le ha crecido
como un grano sobre el corazón/ no lo dejará más
ser saboreado por su lengua cual buril de fuego.

Peor que el cuerpo, ha perdido el nombre que nunca
tuvo y buscó incesante pronunciando en el coito
otros sobre oídos que no le dirían el suyo
a ningún precio.
Ni Iris, ni Abraham, ni Juan, ni Pedro
a cambio sólo gemidos
o un ahhhh ohhhhh profundo pero insuficiente
para ser ella/ y quedar en ese libro como la mujer de Lot.

La veo correr de la mano, enredar los pies con la tierra
corroída el misterio/ la prohibición impuesta
los días magros que vendrán.
Le veo la espalda dulce que dice adiós,
la nuca que mezquina su pelo,
la melena oscura que me teñía al cenit
y la niebla en que detiene el paso
para volver los ojos negros y reflejar el lupanar
buscando lo que no supo pero sospecha
clavando en la distancia su aliento salado/
inmóvil, aterida se vuelve estatua tan blanca
que resplandece y arde como pecado
que alguna vez fue carne.

Comentarios

Sir Hache dijo…
Pensando que lo que tu describes es pecar, llego a una conclusión de nuevo..."Que delicia es el pecado".

Saludos!!.

-Un verdadero placer en ser el primero en comentar-
Princesa Dariak dijo…
Desafio, lo prohibido... mirar.
Ataque y despojo, y sal.
Que mi sal cure tus heridas en el dulce desierto blanco.
La luna cobijarà en su regazo el nombre de tu escencia, que es impronunciable al sonido humano, el pelo se tiñe de noches profundas.
Solo los àngeles... o los dragones... en la mistica presencia de una estatua que al besar resucite en carne y sangre para seguir dandote placer.

Caliente, audaz, sensual y virtuoso poema...
Anónimo dijo…
ahora entiendo un poco más tus palabras, pero aún tengo los ojos cerrados. Camino palpando los muros e intuyendo los abismos.

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